Los
que se dieron de bruces con la chica no se percataron de que huía de algo.
Se levantó del suelo en medio del barullo, recogió la bolsa de Zara con los
objetos de escritorio y se apresuró a salir del edificio. El vigilante la
acompañó hasta la puerta principal y se quedó observándola hasta que
desapareció entre la multitud de la Gran Vía. _ “Los pobres y clases útiles de
la sociedad, son los que llevan a cuestas a los burros, o cargan con todo el
peso de las contribuciones del Estado.” Es lo último que le dijo a su jefe
mientras firmaba el finiquito. Un temor desconocido hasta ese momento la había
bloqueado y fue lo primero que se le pasó por la cabeza. Ella apoyó desde el
primer día a aquel tipo que venía a reestructurar la oficina y a racionalizar
las tareas.
Cruzó
por el paso de peatones y cuando bajaba por Montera hacía la Puerta del Sol,
vio a las putas acosando a los transeúntes y pensó que “El sueño de la
razón produce monstruos”.
19
de marzo de 2013
Antonio
Misas